La enfermedad fundamental se llama Ignorancia.
El impacto
en el escenario político y social que tendría -que tiene- la
inclusión o no de los Derechos Esenciales. El impacto en las
Políticas Públicas, de Salud por ejemplo: ¿Que trascendencia
tiene el hecho que en Salud no se incluya la identidad esencial como
principio?
El Ser
Humano con el que se trabaja, las acciones programadas, se dirigen a
atender a una persona humana a la que no se le reconoce la
esencialidad de su Existencia.
La Salud es
buscada descalificando la esencia de la condición del Ser Humano, su
Espíritu, donde reside la dignidad, la Dimensión
Espiritual, como consagra el artículo 1° de nuestra
Constitución.
No podrá
existir prosperidad, desarrollos cualitativos en Salud, sino se
evoluciona en la comprensión de Ser Humano con la que se ha de
trabajar, entre las personas responsables de ofrecer servicios, y
entre quienes los reciben.
Es que
parece tan obvio, ¿Como podría alcanzarse una respuesta
armoniosa, equilibrada, sana, en la vida de las personas, si
desconocemos la presencia de planos sutiles, fundamentales en nuestra
existencia?
La Ciencia
contemporánea hace más de 100 años estableció que la realidad
efectiva, trasciende la materia. Es decir, que se requiere prestar
atención a planos de la actividad vital, de la energía, que se
desarrollan en niveles de integración más sutiles y plenos.
El
sufrimiento y la enfermedad, la insuficiencia en Salud, se asocian a
la prácticamente ausente atención del Espíritu en nuestra cultura,
como algo habitual, natural y que forma parte del capital fisiológico
esencial de la vida humana.
Sin
esencia en la Conciencia no existe sanidad, existe ignorancia y
obscuridad, ilusión, desconexión, nos quedamos aislados,
desprotegidos.
Desde Salud,
en Chile ya se han desarrollado procesos de intervención desde
paradigmas inclusivos, recreando la relación con los usuarios, que
dejan de ser pacientes en ese mismo acto, para convertirse en
co-creadores de las respuestas. Y ahora mismo, en la comuna de El
Bosque, está sucediendo que están en plena realización iniciativas
sanitarias, donde explícitamente se asume una condición humana
espiritualizada, para desarrollar la actividad de servicio en Salud.
Imposible
alcanzar satisfacción en los usuarios, ni en los servidores sean
públicos o privados, pues las distinciones materiales existentes no
hacen significación ante la esencia, unos pareciesen marcar logros
en calidad, que sí, más no del plano esencial; y a veces resulta lo
contrario, pues la mentira y el temor a la realidad muchas veces es
más significativo e insoportable entre quienes tienen más materia
que atesorar.
Esta
sería la segunda vez que gobiernos concertacionistas abortan
procesos de participación social de carácter esencial.
Ya en el
retorno a la democracia durante el Gobierno de Patricio Aylwin, se
desestimaron iniciativas surgidas también desde Salud -en el
contexto de una ciudadanía que se decidió a protagonizar una
transformación evolutiva, en esa oportunidad para trascender la
influencia de patrones de convivencia que comprometían el
despliegues de un orden trascendente de las libertades ciudadanas-
para intentar responder a déficit esenciales en la participación de
los Seres Humanos en sus vidas, a propósito del estudio y trabajo de
la relación disfuncional con la drogas por parte de la sociedad.
En ese
período, en procesos de destilación del conocimiento alcanzado, se
adquirió la convicción que es la falta de participación consciente
sobre la propia vida, la que se encuentra a la base de la
vulnerabilidad a los abusos en el consumo de alcohol, tabaco,
antidepresivos, marihuana, cocaína y otras sustancias, así quedó
informado en las conclusiones
del Congreso Drogas y Comunidad (1989) (*). En consecuencia se
generaron procesos para facilitar la actualización de
potencialidades en los usuarios, conducidos por equipos
multidisciplinarios, que ejercían su influencia desde espacios-meta,
impulsados desde el Gobierno Interior, los entonces Centros de
Adolescentes.
El
advenimiento de la Concertación y la inmadurez en la conducción
profesional de estos procesos, determinó el traslado a Salud de
estos emprendimientos, que habían generado resultados innovadores, y
se procedió en definitiva a neutralizar tales iniciativas,
imponiendo dinámicas conservadoras para perpetuar la pasividad y
restar protagonismo a las personas, usuarios y servidores.
En el
presente momento está sucediendo algo semejante.
Cuando
habiendo conquistado comprensiones, que vislumbraban la oportunidad
para el desarrollo de la jerarquía en la respuesta del Ser Humano,
trascendiendo así el énfasis puesto en las sustancias que encarna
el prohibicionismo, sucede que al cambiar el Gobierno, y en un
escenario confuso, se manifiesta con todo esplendor la intención de
salir a bloquear este salto evolutivo, profundizando -hasta ahora- la
disposición para prohibir, para desconocer el cultivo de meta
competencias del plano espiritual, de la esencia de la identidad
natural del Ser Humano.
En
la situación general, y en la particular de Salud, se aprecia desde nuestra perspectiva, desorientación,
confusión, los indicadores muestran fracaso. El cuidado que la
sociedad hace de la vida humana es negligente, desde el principio,
desde que en el implícito se opera desconociendo una comprensión
esencial de esta vida, que a Salud y a toda la Sociedad se le entrega
como máxima tarea y responsabilidad.
En
Salud Mental las señales son dramáticas, dando cuenta de la falta
de una comprensión más profunda, esencial, sobre el Ser Humano; una
muestra es que en los hospitales psiquiátricos, para calmar la
ansiedad de los pacientes crónicos, que son tratados con
Neurolépticos, se acepta el daño que puede producir el tabaco sobre
la vida de los pacientes, se legitima su empleo -que está prohibido
por ley en las instituciones públicas- por que simplemente no hay
más que ofrecer. Que decir de los índices de depresión y
sufrimiento, de consumo de medicamentos que se usan para bloquear la
recepción de la vida cuando se vuelve insoportable...
Sin
consciencia de la esencia no existe cura para la enfermedad
fundamental que es la Ignorancia.
Una
Identidad Esencial ha sido reconocida por la la matriz jurídica que
nos ordena, el respeto, garantía y protección de los derechos que
le son propios deben ser respetados, garantizados y promovidos por el
Estado y todos sus órganos, al mismo tiempo deben ser ejercidos
con responsabilidad por la ciudadanía, como un compromiso, como una
obligación humana. Las Políticas Públicas deben procurar el
ejercicio de esta clase de Derechos, favorecer y precipitar la
Conciencia, la participación consciente del ser humano en su
existencia, como una forma de promover Salud.
Esta
participación consciente sobre nuestra existencia no puede ser
delegada, se asume o se ignora. Es esta dimensión de la dinámica de
un Estado de Derecho, la de los ciudadanos ejerciendo su Identidad
Esencial, por donde se están produciendo las
realizaciones que marcan el momento evolutivo en desarrollo, cuando
la responsabilidad del ciudadano alcanza otra jerarquía. Y
cuando impregnados de un nuevo
paradigma -que es fruto además de la aplicación del
conocimiento científico contemporáneo a la dinámica colectiva- se
operativice en la gestión de Salud la participación consciente
en la existencia, como
estrategia evolutiva para promover Salud, será posible
verdaderamente la transformación profunda que cada uno y todos
necesitamos para sanarnos.
Dr. Milton Flores
Gatica - Médico Psiquiatra
Director
de Triagrama-Instituto
para el Desarrollo de la Vida en Comunidad.
Comentarios
Publicar un comentario