Para el Autocuidado Hoy

La comprensión trabajada para con la vida, el estudio de la fisiología de la existencia, enseña, entre tanto, que es urgente que cada ser humano integre en su conciencia dimensiones mas sutiles de la realidad, que iluminan los momentos en nuestro vivir. El cuidado que nuestra vida necesita es la recepción más delicada, más conciente, desde nosotros, más lúcida.

Los conflictos que se manifiestan en las dinámicas de convivencia, tienen como un factor central, la aproximación al encuentro vibrando desde la subjetividad: cada cuál recibiendo la impresión de la vida toda, y con capacidad para hacer consciente la lectura que brota en el intelecto sobre esta impresión, y darla por la vida misma.

Para cuidar, para prosperar en el encuentro con la vida, para asistirla mejor, para perfeccionarnos, podemos aplicarle rigor a nuestra observación, a nuestro como conocemos, trabajar para incluir una gota de lo común, presente más allá de nuestras construcciones, en nuestras conciencias, ya no solo lecturas, sensación de sí y de todo, que recrea, cuando es realmente de sí, la naturaleza de la experiencia. El cuidado, el contacto se vitaliza, se realiza, aparece verdad de sí, estar verdaderamente en otro contacto, todo lo que es real es vida y no caben dudas. El afinamiento necesario para reconocer estas oportunidades se alcanza a través de la práctica, con las herramientas y la conducción adecuada, para ir sintonizando paulatinamente a los participantes en una frecuencia donde la conciencia recibe más de todo, y la integración, la unión, se experimentan, se sienten, como consecuencia de este despertar logrado.

Se puede conducir un proceso, sosteniendo un llamado para otra presencia, de todos, en la dinámica que se genera. Se propone registrar la corporalidad en la conciencia, su masa, su consistencia, sus distinciones, cómo la gravedad le añade peso y, de pronto, reconocerse en otro plano de observación, proyectando la atención de la conciencia hacia la existencia material, asumiendo encontrarnos, al mismo tiempo que nos afirmamos en ella, en un lugar de otra naturaleza, donde constatamos que nuestra observación es más rigurosa, desde lo esencial, desde donde se hace posible recibir, coexistiendo con la materia, otras dimensiones de la existencia, un espacio mas fino, con más responsabilidad, con mas poder, con mas oportunidades, que brotan del enriquecimiento cualitativo de la verdad que comenzamos a integrar en nuestra conciencia.

Este esfuerzo para con la humanidad, procurado a través de diferentes métodos, por espacios religiosos, filosóficos, médicos, educativos, políticos y otros, ofrece herramientas susceptibles de ser utilizadas de modo ecléctico, para atender ordenes de necesidades mas esenciales, sin que sea necesaria una homogenización, que no pocas veces sacrifica una especificidad reivindicable, funcionalmente a distinguir, para la armonía perseguida y la gracia. Todos y cada uno al mismo tiempo.


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