16 de julio 2011

Lloviendo, son 06:45 AM, con mis hijos, los cuatro más chicos durmiendo, de vacaciones. Julieta, Fonsi y Luti, pasando victoriosos por la tarea de adecuarse a un nuevo escenario con otras demandas. Me conmueve paladear el logro, mis hijos ofreciendo el fruto de un esfuerzo, para su aprendizaje y el aquilatamiento de sus capacidades, que son recibidas con sorpresa por sus profesores y contento por su madre. Quizás si son ellos los más naturales y quienes menos se sorprenden, rápidamente se pusieron a tono y el Luti es el primer alumno de su curso, la Fonsi la segunda y Julieta dentro de las destacadas, en apenas un semestre. Su capacidad para responder a una otra exigencia, avalados por un otro plano actualizado, que ha sido llamado a través de la relación que en su dinámica se ha formulado permanentemente en su formación, conducida por nosotros, sus padres.

Esta convicción, que surge en algún momento, para integrar el espacio meta de la existencia en los proyectos humanos, y que marca todo nuestro proceder, constituyéndose en eje de nuestros proyectos, para el desenvolvimiento en todas y las distintas áreas de nuestro funcionar: como padres, familia, miembros de una comunidad, profesionales responsables, como seres humanos, miembros de una especie, que trabajamos y participamos por una existencia integrada, nos hemos finalmente organizado para el desarrollo constante en nuestras vidas de estos potenciales, y para procurar irradiar concertada, continua y sistemáticamente una influencia impregnada de estas cualidades.

En la clínica, llamada tradicionalmente psicológica y/o psiquiátrica, se hace posible recrear un contexto para comprender, con más simpleza e inteligencia, los distintos síntomas que reflejan el sufrimiento de los sistemas humanos, operando en el marco de un escenario donde la comprensión de la condición esencial de lo humano refleja ignorancia, y margina dimensiones de su fisiología trascendente para pretender un funcionar eficiente y oportuno.

En el contacto con la propia vida, y con la vida del otro, la insuficiente recepción de todo lo que acontece precipita consecuencias dramáticas en las relaciones entre padres e hijos, entre parejas, entre vecinos, al interior de equipos de trabajo.... Las condiciones que se conciben como favorables hoy, para el pleno desarrollo de lo humano, coartan la manifestación madura y plena de la realidad del potencial dado para nuestra posibilidad. Sin duda todos hemos sufrido el impacto de la falta de comprensión para con nuestra situación, por parte de los otros, especialmente doloroso cuando son los otros cercanos, y hemos operado además sin toda la destreza para nosotros mismos recibirnos adecuadamente. En el trabajo, quien no ha sido desatendido, por el par o el superior jerárquico, por alguien, determinando así la necesidad de saber soportar un maltrato, una injusticia, en el colegio, en las relaciones sociales, y quien de nosotros no se ha alegrado cuando algún otro marca la diferencia y nos mira con profundidad, nos distingue, o nos impacta con su presencia, despertando espacios más profundos que nos sorprenden y nos hacen sentir plenitud. Todos buscamos participar de estados donde nuestra existencia se siente con más espacio para manifestarse, fiestas, espectáculos, carnavales, intimidades, donde el control inconducente caiga y transgredamos límites, que por el afán de ordenarnos nos castran. Esos momentos, ojalá delicados, donde la intimidad se atreve a salir y compartir, a riesgo de caer en la clandestina incluso, son siempre muy valorados y quedan impresos a fuego en nuestra memoria, para bien o para mal. La vida es un misterio, es un llamado a más y distinto, a fresco, a nuevo, y es necesario prepararse para esto, por lo menos con estas convicciones levantamos una oferta para nuestros hijos y para los que se interesen en escuchar y aprender.

Aún es 16 de julio, sigue lloviendo en Águila Sur.

Más allá de la presencia de factores y personas, que participando del proceso, no contribuyan con la jerarquía que la manifestación requiere, la inquietud por alcanzar otras maneras, por evolucionar en el orden de nuestros encuentros y en la categoría de la participación que nos cabe ejercer en nuestras vidas, es verdaderamente un hito, incluso no sabiendo bien el como administrar tales oportunidades, como reconocer lo esencial, más allá de la inevitable tendencia a pervertir, pretendiendo imponer lecturas clásicas para fenómenos nuevos, lecturas secas para momentos húmedos, dotados de una plenitud imposible de ser captada y recibida en la tradicional jerarquía de integración, donde solo se alcanza a paladear lo virtual, la teoría, la vida pensada, simbolizada. La vida real que reclama su espacio con más propiedad y autoridad acorralando a todo aquel que no entiende cómo el desarrollo material pretendido no satisface los anhelos. Por lado y lado el trato del momento es insuficiente, algunos insinúan la trascendencia, pero la ignorancia, el temor, la confusión y la incertidumbre los lleva a recuperar el cauce clásico, castrado, sin embargo, no es culpa de nadie y es así por que la demanda es nueva, requiere aprendizajes, re-ingeniería, recrear la comprensión fundamental para alcanzar propiedad y capacidad para conducir con autoridad, requiere sinceridad, para que cada uno de nosotros, especialmente los que ejercemos una influencia sobre otros, auscultemos nuestras propias vidas y evaluemos si el resultado, si la gestión nuestra sobre ella, es suficiente como para ofrecerla como un referente para los que nos están mirando, y necesitando, a través nuestro, recibir orientaciones oportunas, coherentes, para estos tiempos.


Comentarios