REFLEXIONES A PARTIR DE LA CONFERENCIA INAUGURAL DEL OBSERVATORIO ANUAL DE POLITICA DE DROGAS Y OPINIÓN PÚBLICA: "Políticas de Drogas basadas en la evidencia, la salud y los derechos humanos: Una conversación con Richard Branson" Jueves 12 de abril de 2012


En el contexto de la inauguración del Observatorio anual de Política de Drogas y Opinión Pública, de Asuntos del Sur, para América Latina, con la presencia de Richard Branson, miembro de la Comisión Global de Política de Drogas, el Senador Ricardo Lagos Weber, y el Director de Asuntos del Sur, Eduardo Vergara Bolbarán, que contó con la asistencia de más de 90 personas, sucedió que se declararon intenciones y se insinuaron distinciones y precisiones, las que recogemos aquí y en parte desarrollamos, más allá de lo explicitado en el encuentro.

Jueves 12 de abril, 15:30. Mucha gente, sala llena, señal del interés que el tema despierta. Nosotros ahí desde temprano, desde otras partes acompañándonos también. Tranquilos, expectantes, atentos.
Entran los invitados con el moderador, Eduardo Vergara, que empieza ya, con fuerza y algo de apuro, a saludar, agradecer, presentar la situación y los invitados, dándole contexto al encuentro. Su mayor mérito es haber podido levantar este momento, en continuidad con una intención profesional sobre la materia y un interés genuino por el desarrollo de América Latina.

Habla el Senador Ricardo Lagos Weber, y nos sorprende su presencia, llana, sincera.
Su participación es relevante, alguien del poder legislativo está dando la cara, no es menor, sabemos que son varios los que piensan como él, pero no se atreven a manifestarlo, ni mucho menos a impulsar una iniciativa para transformar el enfoque y la política de control de psicotrópicos en nuestro país. Está igual que nosotros, dando la cara por sus convicciones, promoviendo un cambio, no se trata solo de hablar y dar una opinión, se trata de realizar una transformación.
Él reconoce estar dando este paso, y pide seriedad, instalar una reflexión, una búsqueda, libre de prejuicios o presiones, basada en evidencias, orientada hacia la salud y con respeto a los derechos humanos, como reza el lema de esta instancia del día de hoy.

Pese a que existe un consenso amplio, en considerar la política prohibicionista y el enfoque norteamericano como un fracaso en su "guerra contra las drogas", tanto en nuestro país como en América Latina, todavía son muy pocos los políticos que se atreven a impulsar iniciativas en dirección a corregir ese hecho. A nivel nacional, fundamentalmente, nos dice Lagos Weber, porque en el sentido común de la gente, de los votantes -de su distrito por ejemplo- está la convicción de que la droga es mala, la causa directa de la delincuencia y la violencia, "los volados", y por tanto es la droga, en particular el drogadicto, el que se tiene que combatir.
La campaña del terror, para convencernos de esto, ha sido tan ardua como errada en su comprensión del fenómeno, pero ha sido efectiva en producir este rechazo social. Entonces, si un político, o un fiscal, o un juez, un padre, o quien sea, promueve una "política de drogas" menos dura con los consumidores, sucede que los votantes, los ciudadanos, entienden que se está descuidado la seguridad y la paz social, en favor de los delincuentes.
Es sabido también, que jueces, fiscales, abogados, profesionales de SENDA, hacen su trabajo en estas materias, convencidos de estar en un error, en una trampa, considerándose a sí mismos imposibilitados de tomar la iniciativa, atrapados, a riesgo siempre de perder algo importante, el sustento, el prestigio de persona sensata, porque, como dice el profesor J.P. Hermosilla, este pavor de la droga es prácticamente un mito fundacional, si se cuestiona su validez se pone en riesgo el status quo, y el castigo de comprometer el dinamismo social, por más degradado o perturbado que se encuentre, es la expulsión del ámbito del legítimo otro, ya no merecemos respeto.
Incluso aún sin cuestionar el enfoque de la ley, es posible percibir las injustas consecuencias de su aplicación práctica, donde por ejemplo, un altísimo porcentaje de personas detenidas, tratadas y condenadas como traficantes  o micro-traficantes, simplemente eran consumidores no adictos.

Pero Richard Branson, tiene otra impresión, que se ha formado junto a la Comisión Global de Política de Drogas, donde se manejan cifras  sobre el 90% de aprobación de las personas en favor de un cambio en la política de drogas. Además distingue con claridad, que hay un consumo que no es problema, y que el consumo que se vuelve problema debe atenderse desde salud. Lo mismo reconoce más adelante una profesional del SENDA. Esta aclaración es muy importante, pero ha dejado de hacerse, y se asocia directo consumo a adicción y consumidor a enfermo o delincuente.


Luego se ofrece la palabra para preguntas y "la primera pregunta es nuestra". Estamos en la cancha, donde aceptamos estar y jugar, reservándonos el derecho a ser fieles a lo que nos parezca mas correcto, con la garantía de asegurar una presencia lo más lúcida posible en cada momento...tratando al menos.
El Dr. Flores se presenta y expone su trayectoria profesional en la búsqueda de respuestas que efectivamente nos permitan, a todos, realizar una expresión íntegra y elevada de lo humano, y en esa dirección la estrategia de desarrollar la percepción y expandir la conciencia, como habilitación necesaria para acceder a un funcionamiento integrado, a la experiencia de una genuina libertad, y a poder exhibir una auténtica responsabilidad y solidaridad; una vivencia de integridad y plenitud que, aunque a veces cueste, asuste o implique correr riesgos, merece ser experienciada, para que cada quien constate por sí mismo la amplitud de sus oportunidades. No se trata de pensar lo mismo, ni de hacer lo mismo, se trata de afinar nuestro dinamismo funcional y profundizar la comprensión de lo que nos es posible, para realizar otra categoría de respuestas, esas que estamos esperando, necesitando, pero que por más que nos resultan obvias, no sabemos a que anclarlas para que se manifiesten -justicia, solidaridad, respeto, por ejemplo- y terminamos por considerarlas imposibles, utópicas.
En este contexto, continúa explicando el Dr. Flores, como profesionales, y para nuestro perfeccionamiento, hemos explorado con plantas enteógenas, como la Ayahuasca y la Cannabis, pese a que esta última se encuentra en la lista de las drogas ilícitas, de hecho -aunque por un error involuntario, que a la fecha no se ha reconocido ni rectificado- en la lista de las más peligrosas. Estas plantas y brebajes ancestrales tienen la facultad de facilitar experiencias de enriquecimiento perceptual y expansión de la conciencia, lo que se asocia a la posibilidad de materializar ajustes funcionales que modifican nuestra manera de recibir y hacer en el mundo. Naturalmente cultivamos nuestras plantas, como es lo más sano, simple y armónico, y por esta práctica se nos pretende tratar y condenar como delincuentes, en circunstancias que nuestro propósito y los riegos que hemos asumido, han estado siempre orientados al bien común, a través de la salud, la educación y de toda la influencia que podamos irradiar, en todas las direcciones posibles. Se trata de enjuiciar una conducta coherente, consistente, de servicio público -como puede acreditarse- con una normativa carente de rigor doctrinario, inconstitucional, irracional en parte y que, además, ha probado haber traído muchos más problemas que soluciones y no haber aportado nada en relación al problema que pretendía atender, la salud pública.
De hecho las cifras indican que la política de la prohibición y el endurecimiento de las penas no ha tenido efecto alguno sobre la práctica del consumo, que se ha mantenido en porcentajes bastante inalterables a través de los años, tanto a nivel nacional como internacional.
Se nos investiga entonces, por el hecho de incurrir en una conducta que aparentemente está en conflicto con la legislación vigente -cosa que también es cuestionable, y   debe analizarse- no obstante, desde un comienzo, tanto desde la fiscalía como desde la defensoría, desde los más cercanos, y de parte de la mayoría de los abogados que consultamos, se asumió como cierto que habíamos cometido un delito y solo nos cabía tratar de zafar del modo más leve, nos habíamos portado mal. Esto ejemplifica lo profundo que ha penetrado el concepto de droga mala, droga peligro social, consumidor enfermo, consumidor delincuente, hasta el punto de que muchas personas que tienen la práctica de fumar Cannabis, porque valoran el efecto que tiene sobre ellos, lo hacen con preocupación, con temor, con el implícito convencimiento de estar haciendo algo malo, delictivo o reprobable, y cuando son "descubiertos", están dispuestos a declararse culpables antes de dar la pelea por esclarecer la situación, paralizados por el miedo, abandonados de quienes deberían también salir a pronunciarse, exponiendo su propia situación, aquellos que tienen  la misma práctica.

Después de la presentación la pregunta: ¿que les parece esto a ustedes, cuál es su impresión?
Eduardo  Vergara, se hace cargo, asume. Conozco el caso, comenta, lo he acompañado y puedo asegurar que lo que estas personas están haciendo es no aceptar ser tratadas como delincuentes,  asumen su situación con dignidad y exigen llegar a una instancia en donde sea posible presentarse y presentar la perspectiva que da contexto a su conducta y, por lo mismo, la define y cualifica.
Le pone un cierto énfasis a la situación de estar siendo tratados como delincuentes, el daño que ello implica, especialmente en casos en que se ejerce este trato con violencia física, como en los operativos policiales con allanamiento, cosa que en nuestro caso no sucedió, por el contrario, pareciera que se nos ha tratado con delicadeza, con cuidado, aunque desde la misma lógica desde la cual estamos siendo formalizados. Sería de buen trato, por ejemplo, que se nos haya ofrecido la suspensión condicional o un procedimiento abreviado, que implica aceptar ser culpable. Pero nosotros hace rato que estamos trabajando, seriamente, y nos asiste la convicción de estar en lo correcto, incluyendo todo lo que hay por mejorar y avanzar, ¿cómo podría algo desde fuera siquiera amedrentarnos, pretender controlarnos con el miedo a perder algún bien preciado o alguna condición personal?.  Una fuerza externa no debería minar nuestras propias constataciones.
Por el contrario, esta es ocasión para manifestarnos en un nivel desde donde irradiar una influencia con mayor potencia, de manera más significativa; podemos "realizar" un cambio, volver real una respuesta, una alternativa, una manera diferente, más integrada, de abordar un momento, exigirnos la mayor coherencia y consistencia posibles. No es una estrategia, es la manifestación de un compromiso y una convicción. El beneficio -personal y colectivo- de esta clase de experiencia, en donde vemos -nosotros y otros también- integridad y consecuencia, es de la clase de beneficios que necesitamos experimentar, es lo que reivindican los movimientos sociales, recuperar una posibilidad cierta para la vida humana, no conformarnos, y experimentar que somos capaces de más y mejor.

Podrán privarnos de libertad, en el caso que los jueces puedan afirmar que se han formado la convicción razonable más allá de toda duda, de que nuestra conducta específica, en todo su contexto, implica un delito que atenta contra la salud pública. Pero en ningún caso privarnos de nuestra dignidad de haber hecho y estar haciendo en consecuencia, ahora mismo en esta contingencia, con la mayor responsabilidad y el más profundo compromiso, trabajando con el propósito de aportar al advenimiento un mejor mundo, a partir de un ser humano correctamente habilitado para desplegar su potencial trascendente, aquel que lo conecta con el Todo intrincado al que pertenece.

El Senador Lagos Weber escucha con atención, asombro y sorpresa, mientras su disposición corporal se modifica en ese instante. No responde nada en el momento, pero más adelante retoma el tema para ejemplificar la diversidad posible en el propósito del consumo, e insinuó la posibilidad de un consumo para fines superiores. 
Implícitamente se acepta nuestro planteamiento, es posible concebir el uso descrito, el propósito que le hemos dado, y se reafirma la distinción entre tipos de consumo.


Van sucediéndose las intervenciones de los asistentes, que en su mayoría son la presentación de un enfoque particular que se quiere mostrar o resaltar. Solo algunos se arriesgan con lecturas más globales. La lectura esencial a penas si puede intuirse, y es la que más hace falta.
Diferentes enfoques, todos complementarios; apasionados y comprometidos sus exponentes, muchos  vinculados con el tema a través de sus propia práctica de consumir psicoactivos, especialmente cannabis, suponemos, por las declaraciones explícitas a favor, verbales y visuales. Para ella,  se reconocen efectos medicinales, curativos de la salud física, y se reclama el derecho a cultivarla libremente para el su uso personal.  Nadie está manifestándose en pro de otros psicotrópicos específicos, a excepción de nosotros, que hablamos de enteógenos en general, y de Santa María y Ayahuasca en particular, para los cuales describimos un uso consagrado, destinado al entrenamiento de facultades humanas esenciales, como la capacidad de recibir más vida en la conciencia.


Despenalización
Algunas voces se levantan para promover la despenalización del consumo de cualquier droga, que cada uno haga lo que quiera pero informados de las consecuencias, y que reciba ayuda cuando se vuelva adicto o consumidor problema. La explicación para este planteamiento es simple y correcta: no es válido prohibir a un adulto desarrollar alguna conducta, que no implique en si misma daños a terceros, que el consumo problema o adictivo debe tratarse desde un enfoque de salud y no penal o de seguridad pública, y por último que esta política de la prohibición ha sido ineficaz en su propósito de disminuir el consumo problemático, y muy efectiva en generar y mantener el enorme negocio del narcotráfico, la persecución de los consumidores y los problemas asociados. Sin embargo esta postura no deja de generar al menos un leve cosquilleo, como si algo faltara, o se estuviera soslayando, como cuando alguien se va de un extremo a otro sin haber aprendido lo suficiente. Es Richard Branson quien aporta una precisión al respecto: de acuerdo con resguardar las libertades personales, y a la vez convengamos que no todas las drogas son lo mismos, en cuanto a sus efectos. Lagos Weber señala la importancia de informar correctamente. Faltaría    agregar, que para ejercer esta libertad es necesario habilitarnos, ser competentes, para poder exigirnos entre todos un nivel suficiente de compromiso con la vida puesto que más temprano que tarde las decisiones de cada uno nos comprometen a todos.
  
Los diversos planteamientos que se presentan, no obstante, se suman todos en una misma dirección: la política de drogas y su guerra contra las drogas fracasó, y está dejando un saldo extremadamente negativo. Urge un cambio.  Estamos todos convencidos dice alguien por ahí, pero ¿como esto se materializa?

Más profundidad en la comprensión del fenómeno
Falta una vuelta de profundidad todavía, en parte por eso no es claro aún como se podría materializar un cambio en el enfoque y su política, y se lo considera prácticamente inviable en el corto o mediano plazo.
La piedra de tope a nivel latinoamericano, desde el punto de vista político, es EEUU, no es posible ir en contra de su propuesta. "Es una vergüenza", que ese sea el motivo, palabras del Profesor Hermosilla en Tolerancia Cero. Lo mismo decimos. Este argumento es de la misma categoría que el del Senador Lagos Weber para explicar por qué es tan difícil patrocinar un cambio en esta materia en Chile: lo que van a entender y cómo van a reaccionar los votantes. El enemigo es lo que la gente podría pensar o podría hacer, o la posible reacción del EEUU, o del jefe, o quedar privado de libertad o de cosas materiales...
Se trata de mostrar como nos damos vueltas dentro de la misma lógica, que es la causa del problema.

A estas alturas la dificultad mayor es justamente no buscar con suficiente profundidad y libertad, prácticamente no podemos hacerlo puesto que no estamos habilitados para recibir la vida en todo su caudal, y en lugar de ensanchar el cauce pretendemos cerrar la fuente. Confundimos lo aparentemente urgente con lo verdaderamente importante, el plan reemplaza la experiencia de crear en la incertidumbre. Porque ¿que importancia puede tener, si ya me he dado cuenta de algo significativo para muchos, para personas reales, el que alguien pueda descalificarme o desconocerme porque aún no se ha dado cuenta por él mismo? ¿Acaso no debo hacer lo correcto igualmente, en lugar de equilibrar la fantasía de lo que podría pasar? ... Ese cálculo al que estamos funcionalmente inclinados, ese sacar la cuenta cuanto me conviene, tan mal enfocado, realizado con referencias limitadas, ajustado a una clase de objetivos que no dan cuenta de lo que realmente nos-conviene-a-todos, es solo posible en una experiencia menos integrada de nosotros mismos, en un funcionamiento menos conciente, sin haber aprovechado toda la potencia de una percepción enriquecida y un funcionamiento lúcido.


La funcionalidad del consumo de sustancias psicoactivas
Las drogas  psicoactivas han, desde siempre, acompañado a la humanidad, y han jugado un rol significativo en la cultura. 
¿Por que se consumen hoy?. Parece que no nos hubiéramos interesado lo suficiente por comprender el fenómeno básico, no el consumo problema, o la adicción (cualidad de la relación del consumidor con el consumo), o el narcotráfico (que es mero subproducto de la estrategia de prohibir), sino que el simple interés, acaso necesidad, de acceder al efecto de estas sustancias, una alteración de la percepción y una modificación de la relación con el mundo. Esta modificación puede llegar a configurarse como un aporte en la vida del sujeto o ser su sentencia de muerte, de acuerdo al uso que pueda darle, pero no deja de ser lo que es, ni se convierte en otra cosa por que no se le use del modo correcto, entendido como el más beneficioso.
El conjunto de lo que se ha agrupado como sustancias psicoactivas, pese a ser muy diferentes entre si, tienen en común la capacidad de producir un efecto sobre la percepción y la relación del sujeto con el mundo. La pregunta es ¿con qué propósito buscaríamos una efecto como este?. Por placer, sugiere R. Branson, por evitar el dolor y la angustia, como dirían los más analíticos, por evadir, "por escapar de la condición humana", decía Fernando Villegas en Tolerancia Cero, para entretenernos en la monotonía de una vida con poco sentido. Por todo eso, y más, motivos sobran si se trata del sufrimiento humano. Lo común en todo aquello es no querer sentir, no querer ver, no poder estar, no tener las competencias para soportar y transformar, el apego a una construcción explicativa sin salida, que es vivida como cierta, y que es la base funcional de nuestro dinamismo psíquico, y determina nuestro actual paradigma o modelo cultural.

Pero hay también otra clase de motivos.

La Cannabis por ejemplo, o Santa María como también se la conoce, puede ser usada para trascender, sanarse, recrearse, para relajarse, para distraerse, para olvidarse o evadirse, sin embargo, tiene un efecto propio, determinado por su naturaleza, que es la de amplificar la percepción y con ello generar condiciones para transformar evolutivamente la relación del sujeto con la realidad, y en esto es muy útil si se la sabe aprovechar, al igual que las otras plantas medicinales, de poder, sagradas o enteógenas: Ayahuasca, San Pedro, Peyote, Hongos, Tabaco, ente otras muchas. Con este objetivo han sido ancestralmente usadas, con el propósito de la sanación, del cuerpo y el espíritu, y para la armonía y la integración del ser humano con la vida en todas sus expresiones. Esto en el contexto de una cosmovisión muy diferente de la imperante hoy, que hace difícil comprender realmente el sentido de estas expresiones; una cosmovisión que va recuperando terreno, impregnando lentamente sentido común.

En este empleo hay una valoración del efecto alcanzado, más que la negación de algo, el rechazo a la propia vivencia de insatisfacción, de falta o de vacío. En este empleo está la búsqueda de una experiencia, una vivencia enriquecedora, que puede llegar a considerarse sagrada, si se ha trascendido los prejuicios que rodean a este concepto, entendiéndolo como dedicar un tiempo a atender lo sutil e inmaterial de la vida.
Se nombra a este uso como de auto-exploración o ritual, pero éstos son aspectos de un mismo tipo de uso, aspectos que no garantizan plenamente la obtención del máximo provecho  que puede obtenerse de esta clase de experiencia trascendente.
La búsqueda presente en la exploración con enteógenos, no la garantiza el ritual, chamánico, religioso o ancestral, ni de algún otro tipo, aunque ayuda, "el ritual acompaña al uso y reemplaza la comprensión, de manera que mientras más comprendemos menos necesitamos el rito". El llamado uso ritual se refiere a un aspecto del uso consagrado, dedicado a conectar con lo sutil de la existencia, que es siempre también una auto-exploración, la que puede dar vueltas sobre si misma o, trascendiendo el ego, proyectarse hacia el todo. 

La exploración con psicoactivos va de la mano con la posibilidad de asomarse a los límites de la percepción y la posibilidad de modificar nuestro encuentro con el mundo. Si tengo oportunidad de acceder a una planta de poder y ser acompañado por el ritual correcto puedo llegar a alcanzar una comprensión enriquecida de la existencia, como lo han constatado las personas a lo largo de la historia de la humanidad, así como quedó recientemente establecido para los casos que se expusieron en el juicio chileno sobre el uso del brebaje Ayahuasca. Si además puedo contar con un marco de referencia funcional, la disciplina y la práctica me permitirán habilitarme y volverme competente por mi mismo. Pero, si a penas puedo acceder a las sustancias más tóxicas y artificiales, aquellas que secundariamente tienen un efecto psicoactivo, y si además carezco de  contexto, la situación se degrada, y puede llegar al punto de la dependencia, la miseria y el sufrimiento. Pero la búsqueda originaria es la misma: alcanzar una más digna y plena expresión como ser humano, sea que nos extraviemos o no en el intento.

La percepción nos vincula con el mundo en todo su espectro de manifestación, desde lo material a lo espiritual. La interpretación de este mundo se construye en esta interacción del ser con el mundo a través de su percepción, si la percepción se enriquece, en lugar de contraerse, el Ser que somos se va desplazando hacia un espacio trascendente, con más perspectiva, a lo que podemos llamar dimensión espiritual, sutil o inmaterial,  deja de identificarse con la lectura de la mente, y puede distinguir la experiencia real de su interpretación intelectual.
Este desplazamiento funcional debe conquistarse, no se da por si solo, es necesario tener oportunidades de experimentarlo y habilitarse para desplegar esta facultad con mayor consistencia. En esto consiste el Despertar, en  pasar de estar en la ilusión de una lectura de la realidad, a experimentar la vida en directo. Esta facultad de la Conciencia, que no consiste en una clase de entendimiento sino en una disposición funcional para experimentar la vida, es la que hace la diferencia entre un ser humano pleno y una persona insatisfecha, empobrecida, limitada en sus oportunidades, dependiente, mezquina, controladora, y vulnerable, en distintos grados, por su puesto, y en alguna medida todos un poco, porque del pequeño mundo personal de cada uno, donde todo es virtual, no puede sino surgir más de lo mismo.

Para un cambio significativo en materias de desarrollo humano, primero es necesario modificar esta condición, de faltar ésto solo se puede aspirar a modificaciones dentro de un mismo orden. Por ejemplo, nuestro SENDA, en Salud o Interior, da lo mismo, sino no se modifica la política de Estado que orienta su quehacer. Pero aún cuando la política de Estado cambie, nada cambiará si las personas no despiertan, no acceden a la oportunidad de la conciencia, y no se habilitan para desplegar un funcionamiento libre, lúcido.
Los problemas del mundo, el hambre, la pobreza, la enfermedad -física y mental- la injusticia social, no son problemas materiales, son expresión de una disfunción esencial, que no comprendemos suficiente, sin embargo seguimos buscando soluciones parciales, calculadas, que permiten solo mejoras marginales, cosméticas, mientras se asientan los fundamentos del problema y se perpetúa el modelo dentro del cuál son posibles.

Consumo - Consumo Problema - Adicción
El consumo adictivo, que puede estar asociado a cualquier objeto, sustancia, conducta o experiencia, tiene una expresión de gran degradación en la dependencia a sustancias psicoactivas, especialmente al alcohol, que paradójicamente ya no está prohibido casi en ninguna parte del mundo. No obstante son también igualmente brutales otras dependencias, aunque invisibles al sentido común, como la dependencia relacional al interior de las parejas y familias, al consumo, al comprar, al poseer, al trabajo, a cierto tipo de alimentos básico, el azúcar, la sal, a hacer las cosas de una cierta manera. Funcionamos como adictos, dependemos de diversas cosas, circunstancias o experiencias con las que nos hemos identificado y apegado al punto de desconocer nuestra propia libertad.

La adicción, la cualidad de la relación del sujeto con un objeto, no está determinada por el objeto como variable principal, sino que depende de la cualidad funcional del sujeto y del sentido y propósito que esa conducta tiene en la vida de esa persona.  Esto ya está expuesto en una tesis de pre-grado de la Universidad Diego Portales del año 1995.     
  
El consumo en sí no es el problema, el consumo se vuelve un problema, para la salud de una persona o de muchas.  En esta lógica el consumo de psicoactivos también puede ser o no problemático, desde el punto de vista de la adicción como cualidad del consumo.
Aquí hay algo más, porque nuestra legislación, una copia de enfoques y políticas de otros Estados, se construye sobre la base de la creencia, infundada o mal fundada, de que tal o cuál sustancia es mala per se, se le atribuye a las cosas la cualidad de la maldad o la bondad, la propiedad de hacer daño de modo instantáneo, inevitable o irreversible, con poder por sobre el sujeto que las consume. Cierto es que entre la amplia gama de sustancias psicoactivas, desde las plantas enteógenas a las imitaciones de manufactura humana, llegando a incluir sustancias destinadas originalmente a fines enteramente diferentes de la modificación perceptual, como las bencinas, existen algunas que por su composición generan efectos violentos, para los cuales difícilmente se puede estar preparado, y de los cuales no puede sacarse provecho alguno, pero en ningún caso existen sustancias que de manera absoluta su simple ingesta determine el despliegue de conductas peligrosas o aberrantes, sin tener en cuenta la dosis y las circunstancias, de manera que volvemos nuevamente a lo mismo, la relevancia de la persona a la hora de anticipar respuestas.

El funcionamiento adictivo, sin embargo, es en si mismo un problema, con independencia de su objeto. Esta clase funcionamiento merece atención desde la Salud Pública, puesto que es la expresión extrema de la falta de competencias para hacerse cargo de la propia vida, con dignidad, de modo que también merece atención desde Educación.

Las adicciones, como cualidad del funcionamiento de una persona, transcurren de manera similar, independiente del objeto de la adicción, aunque éste puede determinar características específicas, pero no esenciales. Es la dinámica funcional básica la que debe corregirse, para lo cuál es necesario habilitar competencias, ofrecer oportunidades de experimentar de manera práctica otra clase de respuestas y experiencias, nutrir el ser esencial que somos, y afinar la relación que establecemos con la realidad.
Esta habilitación es justamente la que nos protege de la vulnerabilidad a la adicción. Y cabe señalar que esta afirmación es más que una mera hipótesis, ha sido puesta a prueba, ha sido aplicada y ha dado resultados positivos. Entre 1987 y 1994, bajo la conducción del Dr. Milton Flores Gatica, el Equipo Profesional del Centro Comunitario de Salud Mental Familiar de la Comuna de La Reina, desarrolló una estrategia de intervención tras el objetivo de prevenir la dependencia y el consumo problemático de sustancias psicoactivas, en marco de un enfoque comunitario, multidisciplinario e interinstitucional. Este enfoque ha continuado desarrollándose, hasta la fecha, y ha sido aplicado en intervenciones del ámbito de la Salud y la  Educación.


Las políticas de Estado y los profesionales del servicio público
Una profesional del SENDA, que se encuentra presente, habla, comparte su impresión, se defiende de los cargos que se han hecho contra este servicio. Se declara salubrista, interesada en la salud y el bienestar de las personas, distingue entre el consumo y la adicción, y focaliza en este último el interés de SENDA. La respuesta espontánea de muchos de los asistentes es de crítica y desconfianza. Ella se escucha sincera, comprometida, aplomada y algo ingenua. Se manifiesta aquí otra distinción, las instituciones y las personas, el estado a través de sus políticas y la responsabilidad de los profesionales servidores públicos. 
SENDA impresiona como aislado en su trabajo, desvinculado de una comprensión y un hacer esencial sobre la  salud humana, sobre la Educación y el Desarrollo, individual y sociocultural, despliega sus esfuerzos sin suficiente profundidad y convicción, y cede a presiones de otros ámbitos, renunciando a su responsabilidad técnica en favor de las intenciones políticas. El mismo problema que escuchamos describir a otros servidores públicos, en materias de de salud, educación, entre otros temas. Ellos, los profesionales, los que se enfrentan en terreno, en la cotidiana, con los desafíos, no están conformes con las instrucciones y lineamientos que vienen desde "arriba", un arriba que es, muchas veces-casi siempre, una mirada políticamente calculada, administrativamente conservadora, impermeable a la información que viene desde "abajo", desde las personas directamente, en particular desde los profesionales responsables en primera línea, quienes a su vez, ceden ante la presión de la inercia, y terminan por ser una pieza más que afirma el estado de cosas. Son las personas imaginando que pueden "asegurar su bienestar" a costa de mecanizar el ejercicio de su oficio, o a costa de desconocer necesidades más esenciales.

El cambio que antes se mencionó, acerca de pasar la dependencia del SENDA, del Ministerio del Interior al Ministerio de Salud, que fue reconocida  como algo útil y necesario, como se hizo en Portugal, y se destacó haberlo incluido dentro de los equis puntos sugeridos al Presidente Piñera, fue cuestionado por esta profesional, no es tan sencilla la solución. Ambas posturas son correctas, en parte o para una parte del problema. Por cierto que el tema Adicción, a psicotrópicos o a cualquier otra sustancia o circunstancia, es materia de salud, mientras que la delincuencia es tema de seguridad. Sin embargo no basta cambiar la dependencia administrativa. Se trata de una política de estado, que además es permeable a las influencias externas, de EEUU en este caso, lo que la convierte en una "política interna internacional", de manera que lo que debe cambiar es ese enfoque, su política y su estrategia, para que algo verdaderamente diferente pueda ocurrir. El punto es que este cambio no necesariamente debe iniciarse en el aparato del estado, en el gobierno, en los legisladores, o en el poder judicial, de hecho ha comenzado, la reflexión y la presión más explícita, desde los profesionales, académicos y servidores públicos, que han puesto y desarrollado una comprensión del tema, científica, real y desprejuiciada. Y desde los consumidores sanos, especialmente de los activistas de la cannabis y otras plantas de poder. El número no es crítico todavía, y estamos empujando hacia arriba. Algo falta de parte de los ciudadanos, más ciudadanos dispuestos a correr el riesgo de exigir sus derechos y cumplir sus obligaciones en el más esencial de los sentidos, como estamos queriendo asumirlo nosotros en nuestra específica contingencia.

Se necesitan más personas, sea cuál sea su condición, trabajadores, profesionales responsables en instituciones u organizaciones, ciudadanos consumidores o no de psicoactivos, políticos, gobernantes, jóvenes, dispuestas a ejercer su derecho a vivir plenamente su vida, entendido ésto como la responsabilidad de establecer un contacto directo con la existencia, accediendo con ello a una comprensión enriquecida, que pueda, con disciplina, habilitarnos para exhibir competencias propiamente humanas, como es la Conciencia Expandida, y sobre esa base vivir experiencias de mayor jerarquía -Plenitud,  Unión, Libertad- y desplegar disposiciones y conductas favorables a la Vida, la Evolución y la Integración, sobre lo cuál es posible el Respeto, la Solidaridad y la Sustentabilidad.   


Paulina González Céspedes - Psicóloga
Equipo TRIAGRAMA
Abril 2012

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