Un nuevo momento...


Cuando pedirle y rogarle a Dios significa “estar despiertos” y permeables para dejarnos atravesar por la Luz, para percibir la unidad, algo de la sensación de la vida en un grado de plenitud superior, de integración efectiva con la totalidad.

Cuando cumplir con los deberes fundamentales significa trabajar para cultivar nuestra presencia en los planos esenciales, espirituales de nuestra existencia, consagrados en la matriz jurídica vigente.

Cuando emanciparse significa saltar hacia una comprensión esencializada del sentido de nuestra existencia, hacia una noción de realidad más lúcida, donde la convicción de ser parte de un todo se instala categórica, recreándolo todo, trascendiendo la esclavitud y la obscuridad y concediéndonos la Libertad por naturaleza.

Cuando educar a nuestros hijos significa reconocer en primer lugar, de forma nítida y coherente nuestra naturaleza fundamental, nuestra identidad esencial, la presencia de una dimensión espiritual y una material, y en ese contexto, cultivar las condiciones para su realización integral.

Cuando educar a nuestros hijos significa enseñarles a permanecer despiertos, a sostener un nivel de consciencia que los habilite para conocer incluyendo la dimensión espiritual de la realidad en el cotidiano.

Cuando educar significa sacar lo hermoso, lo que los hace únicos, lo que los liga a Dios, conducirlos hacia la consciencia.

Cuando para curar a un ser humano es necesario comprender que su naturaleza fundamental es espiritual habitando en materia, y que la participación consciente del enfermo, toda vez que sea posible, siempre enriquece el proceso de cura.

Desconocer el contexto espiritual como hecho principal, atenta contra la comprensión necesaria de los síntomas que motivan la necesidad de curar en un ser humano.

Mi sensación de herida en esófago y estómago es constante, y siento el desgaste, como consume, como pierdo vigor por esa zona del cuerpo. Cuando estoy tranquilo, puedo a veces trascenderla, y envolverlas en una sensación consciente más global, donde se diluye y me alivio.

Cuando me alimento en presencia, la consciencia de su impacto, del alimento que ingresa, es percibida muy sensiblemente y me obliga a modular, a regular, misma cosa los kilos por sobre, que castigan a mis propias rodillas y a mi corazón en última instancia, que debe trabajar para mover mi cuerpo.



Comentarios