Sacralizar la Vida del Servidor


Debo escribir, debemos escribir, para describir también los momentos duros, soportar el esfuerzo, con la ayuda de Dios, que surge en el desafío, no es cualquier cosa confiar, y ante la dificultad procurar sentir más aún, vincularse más con el Todo -pensamientos incluidos- como la estrategia, recibir a Dios, al Todo, entrar más concientes en él, para encontrarnos empleando un cómo que parece efectivo, un cómo encontrar a Dios, comprendido así.

Hablando así sin dejar lo profesional e integrando lo sagrado, sin pertenecer a religión que no sea aquella que nos ayude a religarnos con un grado de integración superior, más vida, más luz, más Dios, en nuestra conciencia de la Vida.

Para el profesional dispuesto, o el servidor que esté de acuerdo en atender más esencialmente la vida con la que trabaja, deberá también aceptar sacralizar su vida. Es difícil que aquel que esté dispuesto a atender desde esta comprensión el servicio a la vida del otro, pueda reivindicar para su propia vida la ausencia de contacto con lo espiritual, se torna incompatible, si no se interesa por prosperar en la cualidad de su percepción -para así estar cada vez más despierto- colapsará, claudicará y volverá a promover un hacer oscuro, se sumará a más de lo mismo.


"Más de lo mismo" es una fuerza que tiene muchos adeptos, pues permite satisfacer ciertas áreas en grados suficientes; sin embargo, esa energía, esa fuerza, ese movimiento, ese conformismo, ese aburguesamiento, también pospone alcanzar objetivos más lúcidos y superiores que son los que se nos están exigiendo, los que se están requiriendo. Participar hoy en eso, tiene algo de pereza, de falta de compromiso, de ignorancia, de debilidad, especialmente ignorancia.


En ese comprendido, el papel de todos nosotros es precisamente contribuir con un orden de conocimiento para atender esa necesidad que es imperativa.


Existen muchos profesionales dispuestos, muchos servidores serios en las trincheras, sin toda la información para perfeccionar su ejercicio, en el más de lo mismo, lo mejor posible con lo que hay, pero esa es la cuestión,cuando Yo despierto, empieza a haber más con qué, hay más, nuestra presencia se dinamiza, se torna más conciente, más integradora, la sentimos, la reconocemos, en continuidad con lo otro y al mismo tiempo nos distinguimos desde otro plano que se actualiza, surge otro espacio -con dos planos cuando menos- ¿Y nosotros?, algo más íntimo y esencial brota en cada uno que reconoce lo mismo en todo, la Vida esencializada, enriquecida con sabor y con luz. Un servidor está obligado a trabajar despierto.


Todos nosotros ya sabemos que esto es así, cada uno lo ha constatado por si mismo, y cada uno está tratando de mejorar, practicando más sistemático, depurando su esfuerzo y estamos tratando de ayudarnos también entre nosotros. No resulta fácil optar por la exigencia más ambiciosa, seguir a Jesús, permanecer despiertos en un plano y afirmar cuando aparece la necesidad de hacerlo, cuando por ejemplo, uno más dormido en tu espacio pretende imponer una frecuencia que no es aquella que ya ha sido conquistada por nosotros. La mirada, la cobertura, el criterio, se refleja en todo el hacer, es el nivel de conciencia a emplear en el encuentro para hacer cualquier cosa, las importantes, las no tanto, para incluso no hacer, para estar juntos. Parece rudo por momentos, pero es tanto el trabajo para sostener una dinámica lo más despierta posible en una cultura como la nuestra, que es necesario cuidar lo alcanzado.



Dr. Milton Flores Gatica - Triagrama - En Águila Sur, Diciembre de 2010

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