Evolucionando hacia lo imposible

Nos hemos acercado a procesos colectivos que se encuentran en búsqueda del poder, para desde allí promover la transformación en el país.

Desde la comprensión de la fisiología humana más esencial, de la existencia humana en la vida, nos parece que todo proyecto político debe incluir la tarea de procurar la actualización de facultades latentes en los Seres Humanos, que nos habiliten para la emisión de otro orden de conductas. Que la educación, la misión de formar, lleve en su ADN impregnado una comprensión más actualizada de la condición humana. Que la salud utilice otra visión para recibir el desafío de curar, donde otra dimensión de la vida humana pueda estar incluida en el esfuerzo, en el del que cura como en el que debe ser curado.

Las demandas estudiantiles y nacionales manifestadas durante el 2011, reclaman de lo mismo, son necesidades espirituales las que se declaran: integración, unión, armonía, equilibrio, justicia, las que tan solo podrán surgir verdaderas cuando se aplica otra jerarquía de percepción para los encuentros, que permita distinguir otra categoría de oportunidades, por de pronto latentes. Calidad en educación, en salud, no más de lo mismo, otra cualidad en todo, en el hacer, cualquiera sea, y esto pasa por un perfeccionamiento en el funcionar de lo humano, que lo “capacite para”.

Hoy día, la visión de un “sujeto bueno”, no es suficiente para conducir hacia la armonía, o la de un sujeto triunfador en la tarea material. Difícil comprender el fenómeno de la delincuencia, de la adicción a drogas, si no se utiliza un marco de referencia más evolucionado, para saber con profundidad qué es lo que sucede realmente. La especulación actual es insuficiente, promueve un hacer ignorante que perpetúa y agrava el desequilibrio.

Proyectos políticos para seres espirituales con experiencia humana, para seres humanos con funciones sutiles, actualizadas, participando de una conexión a la realidad funcionalmente más integrada, más lúcida, que permita tocar dimensiones de la existencia donde la unión, la armonía, son una consecuencia del acceso a ese estado más conciente, a través de ajustes en el modo de percibir.

Este proceso, ya en desarrollo desde hace 25 años, ofrece una maduración suficiente como para efectivamente socializar, irradiar de un modo colectivo, a través de todo el servicio público responsable, estatal o privado, de un modo explícito, una habilitación para evolucionar.

El eje del proyecto debe ser la evolución de los habitantes de este país, nunca menos que eso, desde así, podremos esperar redistribución de la riqueza como una obviedad, mayor empoderamiento de los sujetos en su vida, amor, felicidad, calma, paz, tranquilidad, dignidad. Todo sujeto que se habilita para trascender lo que hasta ese entonces era su más esencial “sí mismo”, adquiere la facultad para contemplar, para ser libre de ese sí mismo, y recibir más agradecido los frutos que la creación le ofrece. Amar, contemplación agradecida de su -y de la- existencia, comprensión para con el ignorante y servicio al prójimo como una necesidad esencial para su propio bienestar.

Ese proyecto político triunfará, ya está triunfando, aunque aún no termina de configurarse, la realidad lo está imponiendo, una donde lo que somos incluye la ligazón superior al Todo, en la operativa, en lo cotidiano, como requisito para toda convivencia.

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