Trabajo Espiritual


El cultivo de la dimensión espiritual de la Persona, es una práctica que la humanidad desde siempre ha incluido de algún modo en su existencia. Las metodologías se reconocen variadas: simples, complejas, individuales, colectivas, formando parte de civilizaciones, legitimas, clandestinas, con medicinas, sin ellas, son tantas como culturas reconocidas.

La trascendencia, el contacto con el Cosmos depende de la cualidad perceptiva del Ser Humano que busca, y esta cualidad puede ser trabajada para prosperar en la inclusión, en la integralidad de ese contacto.

En el actual momento de nuestra civilización el contacto que la mayoría establece con la realidad, el habitual, se efectúa con un observador, con un alma, con un Yo, que se descuelga desde una posición instalada en el contexto de la producción virtual que genera nuestro intelecto, es decir, que la Conciencia de la Persona se nutre fundamentalmente de información simbólica, que es solo reflejo de la Realidad propiamente tal, pensamientos, imágenes, generadas por la impresión de la realidad en la presencia del individuo, quién a propósito de su grado evolutivo, el mismo presente en la norma , capta y da cobertura en su conciencia solo al material virtual de la experiencia, no estableciéndose vinculo objetivo alguno con la realidad “misma”.
Esta situación, este modo de funcionar es lo que se denomina neurótico, vivir en la ilusión, en la oscuridad, dormidos, desde el ego, desconectados de Dios.

El Trabajo Espiritual consiste en realizar los esfuerzos para que el Yo esencial trascienda tal condición, viaje fuera de los límites del ego, recupere una jerarquía de observación que si pueda incluir realidad efectiva, material, como el cuerpo y su actividad por ejemplo, y también realidad Espiritual. De hecho, cuando ha sido posible sentir el cuerpo, es justamente porque la observación ha sido hecha desde un plano metafísico, es decir, desde un espacio de realidad sutil, otro plano de Consciencia, que paulatinamente se va reconociendo y distinguiendo en base a los méritos del esfuerzo desarrollado.

Esta oportunidad para recrear la Presencia sobre la existencia, la nuestra, la de cada uno, la de Todos y la de Todo, recibe distintas denominaciones según el contexto: conectarse con Dios, con el Todo, con el Cosmos, trascenderse, integrarse, unificarse, religarse... y se realiza preferentemente en espacios interesados en atender lo sagrado de la existencia, sin embargo mas allá de la especificidades y distinciones, el Trabajo Espiritual, el cultivo de la percepción para favorecer la re-conexión, el reencuentro de la Consciencia con la creación, es una inquietud natural, inherente a lo Humano.

Muchas, decíamos, son las estrategias para trascender los limites del ego y generar experiencias de conexión de otra jerarquía a las habituales, encontramos la oración, la meditación, diversas técnicas para disciplinar la atención, trabajo sosteniendo posiciones o en movimiento, danzas, bailes, o rituales donde se integran las anteriores.
Existe también Trabajo Espirituales que incluye el uso de medicinas naturales con propiedades Enteógenas como Sacramentos, que por su efecto de modificar la percepción y expandir la conciencia potencian los esfuerzos realizados con ese propósito.

En América las tradiciones ancestrales del norte, centro y sur del continente acusan el empleo de plantas como el Peyote, Hongos, San Pedro, Ayahuasca, y muchos otros que han estado presente para asistir la necesidad de conectarse con la creación y curar recuperando la armonía. En el resto del planeta aparecen muchas otras como la Cannabis,para la cual los estudios arqueológicos demuestran empleos para similares fines.

En Chile en la actualidad, el Trabajo Espiritual se realiza en distintos espacios con resultados variables según esta perspectiva comprensiva.
No resulta hoy por hoy fácil, ofrecer garantías para producir resultados éticamente aceptables en este campo, toda vez que los esfuerzos emprendidos por las organizaciones tradicionalmente responsables reflejan serios deterioros, como es el caso de algunas iglesias. Sin embargo y no obstante lo anterior, es posible reconocer la presencia de muchos y diversos espacios desde los cuales -y de acuerdo a la madurez de las personas y grupos responsables- se realizan Trabajos Espirituales que persiguen objetivos naturales, humildes, simples y efectivos.

Va nuestro respeto para quienes -haciendo uso responsable de las facultades que la matriz jurídica nacional e internacional ofrece a sus ciudadanos- han optado por incluir el empleo de plantas Enteógenas en el cultivo de su Vida Espiritual, como el Pueblo Mapuche, que las incluye de modo natural y eterno, reservado también, así lo afirmó Leonel Lienlaf, poeta y profesor, en la II Jornada Cannabis Herramienta Evolutiva. O como los Hermanos Rastafaris -que son más de mil en nuestro País- y han hecho una abierta defensa de la Ganjah como su Sacramento, así lo ha compartido su Sacerdote Ras Don Judá. O como el equipo de Triagrama, que en el contexto de un proceso de investigación acción que persigue la transformación evolutiva del funcionamiento colectivo, ha explorado el potencial que este ejercicio ancestral con las plantas tiene para una persona y una comunidad, cuando el propósito es Despertar. Y como todos los ciudadanos que han asumido, con autonomía, el empleo de Enteógenos y en particular de Cannabis o Santa María para cultivar la Espiritualidad, como estrategia para cristalizar los necesarios ajustes esenciales requeridos, de modo impostergable, en la convivencia nacional, para prosperar en Salud, en Educación , en Justicia, en la búsqueda de la Paz y la Tranquilidad, en la tan ansiada integración entre Todos.
Sabemos de la existencia de otros grupos de trabajo con Enteógenos que se mantienen clandestinos y que esperan mejores momentos para exteriorizarse, para manifestarse públicamente, para compartir progresos, naturalizando el ejercicio de buscar la trascendencia en el mundo contemporáneo.

Resulta interesante, pero sobre todo necesario, actualizar la comprensión sobre una forma intuitiva de Trabajo Espiritual, que en nuestro País y en el mundo se viene realizando por las Personas a través del empleo de distintas sustancias con efecto sobre la percepción y la conciencia, para atender las insuficiencias que la propuesta de la cultura formula hoy a la ciudadanía, cuando desatiende de modo inexcusable una dimensión de la realidad de lo humano, su vida espiritual y sutil.
Con el propósito de re-crearse, de sanarse, no siempre todo lo bien conducido y aprovechado que podría ser, con la sabiduría acumulada desde muchas fuentes, y a pesar de todos los prejuicios, la ignorancia y la clandestinidad en la que esta práctica se desarrolla, el proceso ya se desencadenó y es irreversible y por eso estamos contentos y agradecidos.

La pregunta siempre vuelve -a estas alturas algunos ya tiene listos sus comentarios- ¿porqué insistir en el empleo de plantas o sustancias para cultivar el Espíritu?... 
¿Y por que no? ¿Porque Usted tiene miedo, porque desconoce, por prejuicios?. 
Porque se puede, porque es posible. 
Porque efectivamente pueden ser un aporte, una herramienta, una llave, una clave, que se ofrece como una oportunidad para dar un vistazo a lo que es posible, real, más allá de las limitaciones del momento evolutivo, el de cada uno y el social. Porque se requiere con urgencia que más Conciencias expandidas, más Espíritus Despiertos, se desplacen por la vida cotidiana irradiando su presencia lúcida, en todas partes. 
Porque desde siempre, en todas las culturas, el que busca conocimiento se ha asistido con Enteógenos, los griegos, los egipcios... entre otros. Académicos en Chile, y estudiosos de las religiones, sostienen que en sus orígenes las tres grandes del occidente : Cristiana,Judía y Musulmana tuvieron contactos con estos recursos de la naturaleza.

En la actualidad esta sucediendo en Chile que mas allá de la metodología empleada para cultivar el Espíritu, se está declarando un respeto por la Dignidad Esencial del Ser Humano, que radica justamente en su dimensión Espiritual, y en este contexto se ha reconocido la posibilidad y el derecho de emplear Enteógenos, como la Cannabis, en el cuidado de esta dimensión. Así ha surgido desde espacios que tradicionalmente, monopólicamente incluso, han estado vinculados a lo espiritual, como la Fraternidad Masónica o incluso la Iglesia Católica, a través del Hogar de Cristo.
Y lo que resulta aún mas reconfortante y esperanzador es que en la Ciudadanía esta perspectiva ha sido integrada, de modo simple y natural, enriqueciéndose con ello la posibilidad de efectivamente entrar en contacto con planos sutiles de la existencia, comprendiendo y atendiendo la Espiritualidad como parte de la Fisiología Esencial, aquella propia de nuestra condición de Seres Humanos, espíritus encarnados.


Es cierto, FALTA MUCHO, sin embargo algo ya aconteció, el primer paso, y estamos dentro de algo, en una transformación evolutiva de carácter oficial, con una legión de Seres Humanos comunes y corrientes asumidos Espíritus, que ha despertado... no nos durmamos!

QUE VIVA EL TRABAJO ESPIRITUAL Y LA UNIÓN QUE A TRAVÉS DE ESTE SE CONQUISTA.


Diciembre 9 de 2014


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