Las Drogas en Educación
¿Enseñar qué?, ¿sobre qué?, ¿sobre la insuficiente
comprensión utilizada?, ¿sobre cómo la respuesta oficial emitida casi hasta
agrava la situación, persevera con ahínco, sin embargo no resuelve?
Enseñar sobre cómo el síntoma social del uso inadecuado
de los psicoactivos, depresores, estimulantes o expandidores de conciencia y de
todo con lo que nos relacionamos, de nuestra propia vida, da cuenta de una gran
crisis evolutiva.
En el año 1989, en Chile, se desarrolló un encuentro[1], muy transversal, de los en
ese entonces responsables del tema de la Adicción y el uso indebido de drogas,
un problema social que surgía dramático, especialmente en los jóvenes, pero con
un efecto sobre muchas familias chilenas y, por tanto, sobre todos los que en
este territorio habitamos y nos identificamos con lo que tenemos en común.
En esa oportunidad, el Rotary Internacional (Dist. 434), se hizo cargo de la producción; el entonces equipo de
Salud Mental de la Intendencia, conducido por el Sr. Jorge Fernández, sociólogo
-actual profesor de la Escuela de Psicología Transpersonal de la Universidad
del Pacífico- respaldó metodológicamente la realización de este ejercicio para
destilar, con rigor, el conocimiento presente en las distintas áreas del
acontecer nacional, donde el problema impactaba.
Participó el Departamento OS7 de Carabineros, la Brigada
de Narcóticos de la Policía de Investigaciones, representando a los organismos
de seguridad. Participaron también representantes de la Vicaría Pastoral
Juvenil, de la Iglesia Luterana, del Hogar de Cristo; Universidades, Servicios
Públicos, Ministerio de Salud y Educación, del Comercio, de la Comunidad y de
los Centros de Adolescentes (centros comunitarios instalados en diversas
comunas de la región Metropolitana, como Las Condes, Renca, La Pintana, La
Reina, Ñuñoa, Santiago, Estación Central, La Granja, Puente Alto, Melipilla,
entre otros, con la intención de desarrollar investigación acción al interior
de las comunidades). Fue integral, transversal, y muy representativa esta
instancia.
Después de tres días de trabajo, y a propósito del
trabajo para determinar las causas, el 97% de los participantes estuvo de
acuerdo o muy de acuerdo con que es un problema multicausal, que se debe a un conjunto de
variables interrelacionadas que afectan la vida de las personas, igual porcentaje
sostuvo estar de acuerdo o muy de acuerdo con que la ausencia de una educación
que tienda al desarrollo sano del individuo es la gran responsable. El 92,5%
estuvo de acuerdo o muy de acuerdo en que se
vive para tener más que para ser, con un énfasis en valores consumistas,
que traen como consecuencia la competitividad y la agresividad, la ausencia de
paz. Un 92.5% también, estaba de acuerdo o muy de acuerdo en que el adolescente
individual, familiar y socialmente, vive marginado.
El 94.8% estuvo de acuerdo o muy de acuerdo con que los
medios de comunicación estimulan con modelos negativos y promueven el consumo,
también el de drogas; el 89,6% sostuvo con que tanto el déficit como el exceso
económico, dificultan el desarrollo del individuo. Otros factores, el 74,4%
estuvo de acuerdo o muy de acuerdo con que los jóvenes no son protagonistas,
solo objeto de políticas, y el 62,7% ya en ese entonces sostenía que la exclusión
del propio individuo de su experiencia conciente le impide responsabilizarse de
su vida.
Las cosas no han cambiado mucho, salvo que hoy el síntoma
es más grave y que existen algunas experiencias desarrolladas -en la línea del
conocimiento legítimamente destilado por un grupo heterogéneo y trascendente de
protagonistas- para alcanzar información integrada, para el uso común, de modo
de poder aplicar un saber que trasciende la torre de Babel reinante sobre esta
materia. Dichas experiencias han partido
de la base que la adicción brota ante la falta de una conducción para estar más
presentes en nuestra existencia y que es posible entonces, con propiedad y de
modo eficiente, responder al desafío, afectando nuestra vida con oportunidades
reales, con Conciencia.
Fruto de esa iniciativa -del Primer Congreso de Drogas y Comunidad
realizado el año 1989- donde se produjo más información de modo claro, nos
encontramos procurando ejercer una influencia para promover el desarrollo
cualitativo de la dinámica colectiva, a través de una espiritualización de la
misma, donde los principios ya establecidos se apliquen efectivamente,
exigiendo el cumplimiento de la Ley[2], para así tener una
educación que promueva el desarrollo de un individuo sano, el de un ser espiritualizado
desde siempre para que viva en una ritualización de la existencia de modo
simple, natural, tan solo de obvio, donde recuperemos nuestra esencia en la
conciencia de cada uno y de todos.
El 84,3% estaba de acuerdo o muy de acuerdo con que las
relaciones familiares operaban centradas en lo externo, evidenciando como
consecuencia problemas para comunicarnos y para contactarnos afectivamente. Es
muy difícil soltar la adicción por el dinero, la adoración de los valores
materiales, en ausencia de una conciencia efectiva para con lo espiritual. Los
adictos que efectivamente prosperan en sus grados de libertad y se curan, son
aquellos que habiendo sido educados logran participar de experiencias
expandidas donde lo espiritual brota recreándolo todo, sacando lo mejor de cada
uno hacia nuestra conciencia, eso sería entonces educar.
Compartimos esta información -en su mayoría- a quienes,
esperamos, habrán tenido algún grado de expansión de conciencia en algún
momento de su vida, a través de diversos métodos, recién entonces, después de
haber visto por sí mismos, comprenden sobre la oportunidad que aprendizajes de
esta naturaleza nos ofrecen. Una educación para desarrollar más conciencia en
el ser humano, que lo haga invulnerable o con menos riesgo de claudicar y
comprometer su dignidad. Tenemos resultados para probar lo que decimos, donde
se ha conseguido liberar del vicio al sistema, individual, grupal o colectivo,
adictos liberados. Necesitamos liberarnos de un modelo que nos atormenta y
pasar colectivamente a una dinámica, que de forma natural produzca condiciones
para que emerjan seres libres, concientes de su condición y de la vida en grado
superior al actual, a eso estamos invitando, a compartir un destilado de
conocimiento, que podemos ofrecer 23 años después de esa iniciativa transversal
desarrollada con altura, donde se integró, metabolizo y liberó una síntesis aún
vigente, que ha sido aplicada, desarrollada, y que se encuentra generando nuevas
instancias hoy día, de similares jerarquías y naturaleza.
Milton Flores
Gatica
Director - Instituto
para el Desarrollo de la Vida en Comunidad
Triagrama
09 Noviembre 2012.
[1] Primer Congreso “Drogas Y Comunidad” La Reina, Chile, 1989.
[2] Aludiendo a los artículos
1º de la Constitución Política de Chile y 2º de la Ley General de Educación,
que señalan respectivamente:
-
“El Estado está al servicio de la persona humana y
su finalidad es promover el bien común, para lo cual debe contribuir a crear
las condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno de los integrantes
de la comunidad nacional su mayor realización espiritual y material posible,
con pleno respeto a los derechos y garantías que esta Constitución establece.” Inciso 4º
-
"La Educación es el proceso de aprendizaje
permanente que abarca las distintas etapas de la vida de las personas, y que
tiene como finalidad alcanzar su desarrollo espiritual, ético, moral, afectivo,
intelectual, artístico y físico, mediante la transmisión y el cultivo de
valores, conocimientos y destrezas. Se
enmarca en el respeto y valoración de los derechos humanos y de las libertades
fundamentales, de la diversidad multicultural y de la paz, y de nuestra identidad nacional, capacitando
a las personas para conducir su vida en forma plena, para convivir y participar
en forma responsable, tolerante, solidaria, democrática y activa en la
comunidad, y para trabajar y contribuir al desarrollo del país." Inciso 1º
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