Cultura Cannabica




Familias que han incorporado el empleo de la Cannabis en su vida cotidiana, que han legitimado su uso como una elemento que favorece el encuentro desde una profundidad superior, el contacto de cada uno consigo mismo y con los demás. Una herramienta que se emplea, una opción por acceder a más vida, a más realidad, a una comprensión más integrada de la existencia, del proceso diario de relacionarse desplegando un proyecto de vida, una intención sobre la vida, que para muchos ahora comienza a abarcar más allá de lo inmediato, extendiéndose a la comunidad, a la humanidad.

Que más saludable que una familia que comparta una práctica que le permita a sus integrantes encontrarse con más verdad, interesarse mutuamente en lo más real de otro, y de sí mismos, trascendiendo las definiciones que normalmente se construyen en cada uno para explicarse y conducirse en el mundo. 
Existen familias donde la práctica de emplear cannabis ha sido legitimada para este propósito. Aún cuando no lo puedan explicar, ellas saben, han comprobado en una o dos generaciones, que esta practica bien integrada favorece, por diversas vías, un equilibrio personal y colectivo. 
Las condiciones en que esto se produce es algo que merece la pena ser compartido, divulgado. Aquí hay una experiencia real, resultados. Ahora estamos compartiendo una mirada que puede dar cuenta de ella,  insinuación de un nuevo paradigma.  

Estamos cambiando el mundo, ¿ya se dieron cuenta?, y lo estamos haciendo entre todos. No es menos que eso, y lo hacemos porque se puede, están las condiciones y eso lo hace inevitable en distinto grado para cada uno.
Estamos haciendo de un modo diferente, más alineados con lo esencial, con lo trascendente, con lo espiritual, haciendo de lo que sabemos correcto pero habíamos tenido miedo y duda de hacer. Está todo para la coherencia ahora, para salir, para aparecer, eso sería Participar, tomar consciencia de que somos ya parte de una integrada y vasta realidad, que se extiende mucho más allá de lo que alcanzamos a ver en estado habitual de presencia, y que vislumbramos cuando tenemos oportunidad de alterar nuestra percepción ordinaria y abandonar en alguna proporción los límites del mundo que hemos construido, tanto en sus aspectos biográficos como universales. 
De eso sucede cuando consagramos Santa María. Algo de eso pasa cuando las personas usan cannabis para distenderse, para relajarse, para asistirse en la tarea de llevar una vida que ofrece -así como la tenemos organizada- las más de las veces dificultades y sufrimientos que no sabemos como trascender. Lo mismo cuando los jóvenes la usan para una intuitiva exploración psíquica, altamente saludable y benéfica, si se le da contexto y se la puede integrar al resto dela vida cotidiana. 
De esto mismo sucede cuando se practica con otras herramientas que tienen el mismo fin ultimo: contribuir al despertar del Ser Humano y al advenimiento de una sociedad evolucionada hacia lo más elevado. Por eso que esta reivindicación ciudadana del derecho a cultivar libremente plantas de cannabis para el uso privado, es apoyada por personas que no son usuarios de esta planta, que sin embargo reconocen la necesidad de respetar la dignidad y libertad de buscar el pleno desarrollo; que comprenden la naturaleza del efecto psicoactivo de la planta y su provecho, aunque no lo hayan experimentado por esta medio; que han respetado la contundencia de los hechos, la realidad de personas y familias que han incorporado esta práctica, que han estado dando testimonio natural y espontáneo al dejarse ver.

Estaba haciendo falta un lenguaje, un marco comprensivo que diera cuenta de una experiencia real y en pleno desarrollo, un fenómeno vivo, que se ha consolidado pese a las dificultades que la sociedad le ha impuesto: Los usuarios responsables de cannabis existen, son personas sanas que están en todas partes, integradas a la sociedad en los más diversos modos, que han incluido en sus vidas la práctica de usar esta  medicina ancestral y tienen con ella una relación provechosa. Estas personas, estas familias, están ahora siendo leídas de un modo más fidedigno, que da mejor cuenta de la experiencia, mucho más todavía se va poder compartir en al medida que aparezcamos. 

No se trata de convencer sino de invitar a encontrarnos, a reconocernos los que ya estemos compartiendo algo de lo esencial, los que hayamos tenido una experiencia común, y eso ha estado sucediendo: un grupo de personas han levantado la vista para ver que no es están solas, sentir la integración y el poder de la unión, del poder de realizar un propósito. Nuestra presencia expandida, la de todos nosotros durante estos días desde que comenzó el juicio en contra del Dr. Milton Flores, ha precipitado cambios, cambios que estén en desarrollo, no hemos llegado a puerto todavía, pero claramente ya cruzamos la línea de retorno.  

Paulina.

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