16 de Marzo 2012

El servicio para nosotros consiste, en un estar continuamente aprendiendo para saber encontrarnos con la realidad, ambicionando la prosperidad de la cobertura de nuestra conciencia. Y para esto nos exponemos voluntariamente, a toda la incertidumbre posible, trascendiendo continuamente, en virtud a nuestra destreza, las certezas conquistadas.

Cuando estamos empantanados en una dinámica colectiva inconducente, con consecuencias dramáticas en la calidad de vida -vida que al estar cada vez más conciente, sufre cada vez más plenamente- necesitamos crear, iniciar movilizaciones para responder al desafío.

El gran problema, el pecado madre, es la ignorancia sobre los distintos temas,

¿Cómo neutralizar este factor objetivo funcional?

La conciencia que conduce, no incluye, no está habilitada para captar la esencia del proceso, margina información, construye realidades ilusorias que pretende imponer por la fuerza a la colectividad.

Cuando, por ejemplo, se le otorga valor al objeto, bueno o malo, y se renuncia a la capacidad existente en los sujetos para relacionarse adecuadamente o no con los objetos, se construye un escenario ilusorio, una pseudo-realidad que se usa como contexto para operar, un criterio perverso.

La jerarquía de la observación, el rigor epistemológico se compromete, dando por cierto especulaciones, cargadas de temor, brotadas desde la subjetividad misma, donde el observador no ha adquirido la habilidad para trascenderse, para instalarse en un meta nivel desde donde ejercer libertad de sí mismo, o en sí mismo, para garantizar observaciones maduras, lúcidas, propias de un ser conciente, habilitado para criterios justos.

Comentarios