¿Cual es mi situación?


Soy un profesional al servicio del Bien Común. Un servidor público, que en su proceso de estudio se encuentra con la posibilidad de recibir una comprensión, sobre como operar en nuestra dinámica cotidiana, con la finalidad de, efectivamente, contribuir al ajuste evolutivo, que urgente estamos necesitando todos. Esencialmente, constatar la influencia que sobre todo nuestro vivir, presenta el empleo de formas de percibirnos mientras vivimos, y verificar que resulta posible cultivar atributos para evolucionar en la forma, y realizar saltos epistemológicos para enriquecer  nuestras oportunidades de modo efectivo.

En el proceso de investigación, surge la realidad particular de nuestro país, con todos sus ingredientes, y toda la información acumulada sobre los distintos esfuerzos esenciales que se realizan, y se han realizado, para facilitar la armonía y la prosperidad madura, equilibrada en cada uno y en todos.

En nuestras circunstancias procuro nutrirme libremente de todo lo que este dispuesto para atender el propósito desde lo que yo acepto como conducente, pragmático y ético, y esto en el contexto de las responsabilidades y compromisos que me ha tocado asumir.
Un salto cualitativo en la percepción hacia lo evolutivo, genera expansión de la conciencia en el sujeto, en la familia, en una comunidad, en un país, cuando éste se trabaja a sí mismo.
Esta más conciencia, funcionalmente se traduce, en que la información ahora se ha enriquecido. Del todo de la oportunidad en cada momento, podemos recibir más y con esto recrearlo todo, relativizando nuestras definiciones, nuestras dinámicas, un alivio.

Para satisfacer este anhelo he conducido un proceso para sistematizar, para realizar una actividad continua en el contexto de la responsabilidad profesional, para mantener un equipo responsable, en un esfuerzo por permanecer despiertos, cultivando de un modo concertado sus destrezas para percibir, buscando toda la irradiación que se alcance para influenciar a los más.
En este contexto -y en el marco de una integración de las miradas ancestrales, chamánicas, americanas, y también presentes en otras zonas, culturas y tradiciones de nuestro planeta, con las cuales he tenido contacto directo e indirecto, como así mismo otras muchas miradas impregnadas de esencialidad, sintónicas con las anteriores, provenientes de espacios religiosos, científicos, políticos-, empleo todas la herramientas y recursos para facilitar el cultivo de la Conciencia, buscando así ese Bien Superior, que a mi juicio procura responder a la tarea fundamental consignada en la Constitución como deber del Estado, y en los otros compromisos contraídos como médico, como psiquiatra para cuidar la vida, material y espiritual, capital fundamental, asumiendo entonces la responsabilidad para el empleo de los enteógenos, medicinas naturales, y en particular la cannabis que está presente en Chile. Cannabis, Santa María para mí, por la cualidad femenina, receptiva, de la fuerza que surge cuando se consagra. La utilización de esta planta de poder, por su efecto de expandir la plenitud con la que a uno le toca relacionarse, permite al que trabaja aprender a cubrir, a recibir en su conciencia más y distinto de lo que acostumbra, a través del cultivo de la cualidad de su percepción, recreando los cauces para sus caudales de vida.

El uso intuitivo en Chile, por un porcentaje importante de habitantes, más de los que se declaran, con certeza, ha cumplido funcionalmente con la necesidad de acompañar, de aliviar en el fragor de la convivencia, de la existencia, a muchas personas, en vez del empleo de otros productos, oficialmente disponibles, como los ansiolíticos, antidepresivos, anti-psicóticos y otros utilizados para neutralizar el sufrimiento.
Este uso de la Santa María, debe reconocerse como un hecho, no obstante la satanización imperante, a mi juicio basada en la falta de experiencia e ignorancia del conocimiento que ofrece contexto para maniobrar con más rigor con el poder de la planta.

Mi trabajo me permite, en la actualidad, tocar mi vida sagrada. El cultivo de mi percepción me habilita para religarme al Todo, de un modo suficiente como para paladear la existencia sutil, en rituales donde empleo plantas de poder como la Santa María y otros enteógenos. Me he preparado, investigado para comprender paulatinamente la responsabilidad que significa utilizar estas posibilidades. He estado en la selva. Creo haber hecho lo suficiente como para acreditar autoridad en la materia.  Libertad de culto, de conciencia, bien consagrado en la constitución.

Por otro lado, mi condición cardíaca. Operado de cuatro by-pass con resultados relativos y la instalación, a través de una angioplastía,  de varios stent para apuntalar las coronarias, me han obligado a generar un escenario donde -para atender las indicaciones del cardiólogo de mantener la iniciativa para estar en movimiento suficiente como para estimular el surgimiento de colaterales para revascularizar el miocardio- he debido explorar, por tanto, continuamente la evolución de mi capacidad cardíaca; para ese propósito empleo todos los recursos para optimizar mi percepción, objeto de conducir mi actividad corporal detectando precozmente los signos de dolor anginoso. Uso Santa María entonces, para mejor atender el cuidado de mi vida, para procura mantenerme aquí, a través de la posibilidad de afectar la cualidad de mi percepción.
Por lo tanto, en base a estas consideraciones, para empezar yo no puedo compartir la aplicación de una lógica que impregna la actual legislación de drogas, que no acepta un modo legitimo de utilización responsable de estas medicinas naturales, en el contexto de nuestras circunstancias, donde se pretende sancionar el cultivo de la Santa María sin la autorización del SAG, por ejemplo, que resulta ser una utopía. Con todo, creo estar haciendo uso de los derechos que se me consignan, según lo que a mi juicio  también son mis méritos .

La naturaleza perversa de la ley de drogas, donde se pretende restringir el empleo de una planta sagrada para muchos, como para mi, a la que se le atribuye per se  la cualidad de producir daño, sin atender de modo consecuente la información disponible, ni mantener la ley al servicio del ejercicio de la libertad y la regulación del comportamiento humano, como en el caso del alcohol y el tabaco, donde se reconoce sin vacilar, su potencial tóxico indiscutible, pero así mismo se reconoce la libertad del sujeto para el uso adecuado, se da un respeto por la condición humana. Podríamos  también proscribirlos, como a la Santa María, pero no, se decide cautelar un derecho, que para la situación de la Santa María, también se reivindica. Por tanto,  queda en evidencia, una falta de consecuencia para el uso lógico de la norma. El orden lógico no puede degradarse, solo se justifica por el temor y la ignorancia, cuando son juicios de realidad los que se están empleando para calificar comportamientos.

Hoy día el espacio que se le entrega al narcotráfico al proscribir la Santa María es incomprensible, llega a parecer que se estuviese cautelando los intereses de la delincuencia. Despenalizar y autorizar que cada ser humano pueda cultivar como en otros países, una superficie o un numero de plantas de Santa María para su consumo, parece una medida madura, accesible, practica, inteligente que sin duda podrá afectar algunos intereses (narcotraficantes y farmacéuticas) que podrían ver reducido el consumo de sus productos para bloquear la percepción del sufrimiento. Sí, porque hoy día en el plano más esencial de la respuesta oficial, se pretende disminuir la responsabilidad del sujeto en la tarea de soportar el sufrimiento, de manera involuntaria, inconsciente,  por ignorancia se lo empequeñece, no se aquilata su potencial, en vez de promover su habilitación para actualizar facultades latentes que le permitan adquirir competencias mas sutiles, mas poder sobre su propia existencia, disponibles desde siempre para todo ser humano.


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