Procurando aquilatar nuestro potencial

Es precisamente la urgente necesidad de iniciar patrones más inteligentes de convivencia, donde lo humano no se reduzca a ser esclavo, si no que se asocie a un funcionar maduro más lucido y justo, lo que nos tiene trabajando.

Como conclusión esencial de nuestro esfuerzo por prosperar en el servicio a nuestros atendidos, utilizamos el hecho que los seres humanos no aquilatamos el capital que la creación nos ofrece. Para muchos ya, la actividad trascendente en la existencia significa una recreación profunda de sus proyectos, de sus principios. Parece materia para filósofos, para académicos, pero no. En las actuales circunstancias el salto evolutivo que se reclama, el cambio de modelo, consiste en recrear operativamente la comprensión de la condición humana con la que se trabaja.

La demanda ciudadana brota de lo profundo del alma, del espíritu de lo social, desde una inquietud que no se sacia con lo material. Las respuestas ofrecidas son lamentables, ignoran, no saben decodificar el lenguaje, no comprenden cómo es que la gente no se arrodilla ante la oferta de más riqueza material. Se demanda respeto, participación y reciben humillación, intentos por comprar sus almas. Ciertamente el origen de todo es la ignorancia, si pensamos en que se trate de algo concientemente planificado, sería maldad.

Pretender espacios de encuentro donde todo, incluido lo material se trascienda como distinción, es un reclamo que, desde la intuición, pretende legitimar la existencia de ese otro plano más sutil, donde lo común se toca como una verdad que requiere conciencia para ser saboreada. Eso es salud, calidad educativa.

El trabajo hasta aquí desarrollado ha permitido la impregnación de las dinámicas operantes en grupos, familias e individuos, con momentos más concientes, que en mérito van sucediéndose más frecuentes, para determinar la presencia de funcionamientos más satisfactorios en los distintos niveles, gracias al enriquecimiento que se alcanza.

Espiritualización de la experiencia. El trabajo sostenido sobre la cualidad de la observación en un momento, permite tocar la dimensión sagrada de la vida, donde el uno y el todo se reconcilian y funden, gracias a la expansión de la conciencia alcanzada. Esta experiencia de aprendizaje permite constatar por sí mismos, la presencia de una naturaleza de oportunidades presentes en tanto el Yo se metanivelice. Ya no somos lo que pensamos, pues, resulta posible tomar perspectiva, ser testigos de ese pensar que fluye -automático, involuntario, alucinante- permitiéndonos distinguirlo como objeto de nuestra observación, la que realizamos desde allende sus límites.

Nos habilitamos para mantenernos, por ejemplo: sintiendo nuestro cuerpo e incluyendo al pensar como un orden de información posible para nuestra conciencia, pero ya no apropiándose de todo el contexto, se recreó, salimos del Ego, surge lo despierto, lo más inteligente, otra jerarquía de realidad para nuestra conciencia, otro escenario. Recién entonces un adicto tiene la opción de liberarse, o un depresivo de aprender a administrar su sensibilidad. El adicto y el depresivo dejan de estar obligados a identificarse con ese orden de identidades.

Desde una conducción ignorante -funcionalmente hablando- cuando se desconoce efectivamente la presencia de dimensiones sutiles de la existencia, cuando a veces, con la mejor intención, se procura servir excluyendo conocimiento -hoy ya imposible de soslayar- se produce lo que hoy tenemos en Chile.

Para esto entonces se requiere que todo aquel -especialmente los responsables- que tenga la certeza, dé un paso al frente, desde la consecuencia, con coraje, con valentía, con ética, instrumentalizando nuestras propias vidas para promover el desarrollo de un otro modelo para los encuentros, uno esencializado, con nosotros despiertos, exigiendo conciencia, afinando con nuestra presencia actualizada los contactos.


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