541 días, la condena del Espíritu.

541 días por pretender cultivar libremente mi Espíritu, por pretender ser libre para cuidar de mi vida integral -física y psíquica- con las medicinas que considere adecuadas; 541 días por no solicitar un permiso en un organismo que no se encuentra preparado para otorgarlo, en el contexto de una ley que no podría siquiera haberlo concebido: una autorización para cultivar cannabis para el trabajo espiritual. Es matonaje, es ignorancia, es una violación a los Derechos Humanos Esenciales. Cualquier condena niega el espíritu, niega la libertad para cultivar lo sagrado, refleja la falta de comprensión que se tiene de la Vida Humana. El juicio se condujo desde un considerando previo, jamás los magistrados -en dosis suficientes- fueron receptivos para escuchar; desde siempre la mirada con más fuerza irradiaba resentimiento hacia mi y hacia todos los que declaramos. Me encontraba desde el principio violentando alguna referencia fundamental de su lógica, poniendo en peligr...